martes, 14 de enero de 2014

Breve historia de ROLEX


Queridos lectores, al ser Rolex una de las más famosas marcas suizas de relojes, nos ha parecido oportuno acercarnos un poco a sus orígenes, que la verdad son realmente curiosos.


Mercedes Gleitze se convirtió en 1927 en la primera mujer en cruzar a nado el Canal de la Mancha, pero su éxito se vio empañado por una impostora, que proclamaba haberlo hecho en menos tiempo. Así que dos semanas más tarde, Gleitze decidió volver a nadar los aproximadamente 35 km en el conocido como “Vindication Swim”. El desafío recibió una publicidad considerable y Hans Wilsdorf, fundador de la empresa de relojes Rolex, al darse cuenta del potencial de mercado que podía encerrar convertirse en su patrocinador, le pidió que llevase uno de los nuevos relojes Oyster. Gleitze tuvo que ser recogida del agua a 11 km de la costa, pero un periodista se fijó en que el reloj de oro que llevaba colgado en una cinta al cuello seguía marcando la hora exacta. Había nacido una leyenda. Un mes después se lanzaba en el Reino Unido el Rolex Oyster Perpetual.


Hans Wilsdorf, un relojero alemán, se había instalado en Londres en 1906 y fundó la marca Rolex en 1908. El nombre, que se decía que reproducía el sonido del mecanismo de un reloj al ser enrollado, funcionó internacionalmente. A partir de 1912, la compañía se estableció en Ginebra para ahorrar tasas de exportación. En principio, Wilsdorf y su socio y cuñado Alfred Davis, se habían dedicado a hacer las cajas e importar los mecanismos. Sin embargo, con la creación por parte de Cartier en 1904 (para el aviador Alberto Santos-Dumont) de lo que se reconoce como el primer reloj de pulsera, este estilo comenzó a reemplazar a los relojes de bolsillo. En Rolex vieron su oportunidad.

De inmediato, la Rolex Watch Compañy empezó a producir una nueva raza de resistentes relojes. En 1910 recibió la primera certificación oficial de precisión cronométrica para un reloj de pulsera. La fabricación de relojes a prueba de agua siguió avanzando, pero el Oyster no fue una realidad hasta que Rolex compró al relojero suizo Perret&Perregaux los derechos de la patente de una corona de sellado hermético. En 1926 se presentó el primer reloj a prueba de polvo, hermético y, lo más impresionante para su época, estanco.

Posteriores progresos incluyeron el movimiento automático mediante rotor en 1931. Con ello se ahorraban sellados y se podía sumergir durante más tiempo. En 1945 se creó un mecanismo para mostrar la fecha que dio lugar al Oyster Perpetual Datejust. En 1953, el Rolex Submariner, el primer reloj capaz de soportar una profundidad de 100 metros, dio el salto de herramienta especializada a artículo de lujo. El Explorer salió en 1954, el GMT Master (primer reloj con doble horario) en 1955, el Sea Dweller en 1967 y el Cosmograph Daytona en 1976.






Otros relojes pueden ser más llamativos que el Oyster básico, e incluso más exactos, pero pocos han sido más deseados, como sugiere el interés que ha despertado en la industria de las imitaciones. Este modelo ha acabado por definir el arquetipo de reloj: simple a la vez que robusto, elegante a la vez que varonil. Gracias a un servicio especial organizado por Wilsdorf, los prisioneros de guerra británicos durante la II Guerra Mundial podían encargar, por carta y directamente desde los campos de prisioneros, un Oyster, normalmente un Speed King. Como dato curioso, el cabo Clive Nutting, uno de los organizadores de la famosa “gran evasión” (de la cual ha habido hasta una película, interpretada por Steve Mcqueen entre otros), encargó un cronógrafo 3525 y, aunque no era oficial, tuvo acceso al mismo servicio. Se cuenta que el reloj fue utilizado para cronometrar los movimientos de los centinelas y ayudar en el intento de fuga.

Tenzing Norgay y Edmund Hillary llevaban relojes Oyster cuando conquistaron la cima del Everest en 1953: el reloj funcionó bien a 8.840 metros de altitud. Siete años después, la edición especial Sea Dweller, lucida por el pionero del submarinismo Jacques Piccard, descendió hasta el fondo de la fosa de las Marianas, a 10.916 metros, el punto más profundo dela tierra. Por otro lado, James Bond eligió un Oyster Perpetual en las novelas de Ian Fleming y, hasta 1995 (fecha en que el agente secreto comenzó a lucir un OMEGA Seamaster) el Bond de la franquicia cinematográfica se decantó por un submariner.






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